Miguel

Octavio Hoyos
5 min readMay 12, 2021

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Juana María, hermana de Miguel carga el retrato de su hermano que hicieron en su memoria al considerarlo muerto. Foto: Octavio Hoyos Copyright 2021.

El colapso de una trabe de la línea 12 del metro el día 4 de Mayo en donde han fallecido 25 personas y varias decenas de heridos dio la vuelta al mundo. Diversos medios internacionales retomaron el caso que hasta el momento continúa generando historias. Inaugurada a finales del año 2012 fue nombrada “Línea dorada”; enlace entre la zona del sureste y poniente de la ciudad, conectando áreas de gran población trabajadora de la ciudad que en el momento del accidente se dirigían rumbo a la terminal Tláhuac. A unos metros de la estación Olivos el peso del tren que llevaba a las y los pasajeros se vino abajo, cayendo sobre el flujo vehicular que es constante por sólo contar en la mayoría de la avenida Tláhuac con sólo dos carriles tanto de ida como de vuelta. Usuarios y habitantes de la zona han documentado los imperfectos de la obra desde su apertura; la línea estuvo cerrada en el año 2014 por revisión de fallas. Una trabajadora de una cafetería frente a la avenida sonríe mientras me dice que ella vio todo; “se escuchó un crujido, después se vio un resplandor de electricidad y todo se llenó de polvo”. Menciona que la gente corrió a ayudar a las personas atrapadas en autos e intentar sacar a quienes estaban dentro de los vagones del metro. Muchas personas fueron testigos del hecho, hay dos plazas comerciales a los lados de la avenida, una de ellas con un supermercado. Uno de los testigos fue Miguel Córdova Córdova, de 32 años, originario de Olcuatitán en el municipio de Nacajuca en el Estado de Tabasco. Miguel, persona en situación de calle se dedica a juntar botellas de PET para venderlas por kilo y así sobrevivir; él hizo una declaración a un medio independiente sobre su experiencia como testigo del hecho. Menciona que dormía en el camellón por donde pasa el metro en las alturas. Su testimonio fue retomado por decenas de medios de comunicación que usaron el prejuicio social a una persona que se expresó tal como es, cuestionando que en su situación tiene la capacidad de hablar de ese modo.

Foto: Octavio Hoyos Copyright 2021.

Miguel salió de su casa a los 15 o 16 años con rumbo a un seminario religioso en la Ciudad de México: “Hermanos servidores de Cristo y de los pobres”, dedicados a asilos y albergues en Tabasco y la capital. Es el mayor de ocho hermanos (cinco mujeres y tres hombres); viajaba de forma constante de su comunidad a la ciudad de México. Su hermano Eusencio de 28 años, sentado en la sala de casa de su hermana habla fuerte mientras otras dos mujeres hacen lo mismo, logrando no entender mucho. Para entrar al espacio se tiene que cruzar por en medio de dos pequeñas casas que dan a la calle principal del poblado; caminar por encima de una serie de llantas llenas de tierra que dan paso a un pequeño puente conformado por dos troncos con un tapete que avisa “Bienvenidos”. Por debajo del puente hay un riachuelo lleno de plantas y basura quemada, en donde gallinas de vecinos buscan alimento. De forma inicial ya no quieren dar declaraciones a medios de comunicación; mencionan que han tenido muchos problemas en la comunidad y la gente está hablando. Unos días antes, su cuenta de Facebook había sido “hackeada”; le cambiaron su nombre y escribieron sobre su hermano Miguel a raíz de la aparición en los medios de comunicación. Dice que no fue él.

Eusencio Córdova Córdova. Foto: Octavio Hoyos Copyright 2021.

Para ellos fue un golpe ver el video de su hermano; “de inmediato supe que era él, escuchar su voz, verlo… ¡es mi hermano!” Seis años atrás la familia recibió la llamada de un taxista que decía que tenía una bolsa con ropa y documentos de Miguel; los había dejado en garantía por el servicio de transporte. Ya no tenían comunicación con él, así que decidió la familia ir a la fiscalía estatal a dar aviso de su desaparición. Días después se les dió aviso que tenían el cuerpo de una persona que había fallecido ahogada y tenía características similares a Miguel. Un pequeño tatuaje en un brazo y una cicatriz. Era imposible verle el rostro, estaba en severa descomposición; sólo lo velaron unas horas, el olor era insoportable. Lo enterraron en el cementerio del poblado, a unas cuadras de su casa; buscaron el servicio más económico, la tumba de Miguel no tenía nada, sólo era cemento. Debido a que no habían pagado la llamada “perpetuidad”, el número de muertos en la comunidad que iba creciendo, su tumba quedó bajo la de otra persona.

Eusencio usa camisa azul claro a rayas, bermudas a cuadros y sandalias negras; pide que si lo van a grabar en video, sea de la cintura para arriba. Quiere decir su verdad, quiere que aunque sea Miguel le llame a su madre Micaela que está muy enferma, “que le dé esa alegría” dice.

Eusencio observa el lugar en donde enterraron a quien presumían era su hermano Miguel. Foto: Octavio Hoyos Copyright 2021.

Días después de que Miguel se volviera “viral”, el subsecretario de Turismo del Gobierno Federal, Simón Levy ofreció en sus redes la cantidad de 8 mil pesos a quien encontrara a Miguel. Un trabajador de un negocio de la zona subió a sus redes que lo había encontrado, pero deseaba donarle a Miguel ese dinero. Ahora Miguel Córdova Córdova es buscado por medios de comunicación, políticos, personas que en realidad desean ayudarle. Sólo él sabe porqué el destino lo llevó del “Infierno verde” como le dicen a Tabasco a la zona sureste de la Ciudad de México. No le podemos juzgar, él sólo sabe sus razones.

Vista de la ventana de la casa de una de las hermanas de Miguel Córdova Córdova en Olcuatitán, Tabasco. Foto: Octavio Hoyos Copyright 2021.

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