El triángulo.
Las giras presidenciales son exhaustivas e inesperadas. El mismo presidente puede cancelar de último momento o armar un evento con horas de anticipación. Lo que sería una gira relativamente tranquila se transformó en horas: “vamos al triángulo dorado”, me dice el reportero en el aeropuerto con destino a Culiacán en Sinaloa. El famoso triángulo dorado en donde convergen los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua se ha vuelto famoso por ser una área de cultivo y trasiego de droga. La zona es conocida por ser territorio de Joaquín Guzmán Loera “el Chapo”, ahora preso en Estados Unidos de America, pero se dice que ahora quienes manejan el área son los hijos. El camino al hotel empieza cruzando el famoso puente negro con una persona con radios en su mano que corre a ocultarse al ver a la distancia que el tren se aproxima; “es halcón” dice el taxista.
La salida será temprano, serán casi seis horas de carretera hasta el lugar del evento; se va a cruzar desde Sinaloa un tramo de Durango para llegar a Chihuahua. La ventana del hotel me enseña un par de cruces azules de la Catedral de Culiacán, previo a correr para iniciar el trayecto; una pausa en la última gasolinera en donde empieza a clarear el día para cerrar la puerta que no se abrirá hasta estar cerca de llegar a La Tuna, lugar en donde vive la mamá del Chapo.
Las montañas de la Sierra Madre Occidental nos rodean, llenas de curvas y maquinaria que trabaja en la construcción de los caminos. A unos metros en terracería se ve un retén; personas armadas, uniformadas que levantan su mano obligando a detenerse. Se cruzan palabras, piden que se abra la puerta: “somos periodistas, vamos al evento…” dice una compañera de Culiacán con el acento del estado. “¿No traen armas? pregunta quién porta un rifle ak47, “sólo cámaras señor…” -“¿están apagadas?- vuelve a mencionar “si claro” se responde.
“Llévense a éste… va a los frailes” nos dice y sube un señor de aproximadamente 70 años con un bote de refresco con hielos. La reportera local escribe en su teléfono un texto que dice algo así como es oreja, que tengamos cuidado de lo hablemos. Me dice con voz muy baja “¿tomaste fotos?… muevo mi cabeza asintiendo, solo sonríe. Eleuterio no deja de hablar, incluso nos muestra la montaña en donde vive la mamá del Chapo; se baja casi tres horas después.
Durante el camino camionetas nos siguen y rebasan, quienes vienen dentro usan chalecos antibalas. Al llegar al evento todo es felicidad y seguridad; el presidente llega en helicóptero de la secretaría de la defensa nacional. La gobernadora de Chihuahua se nota feliz, tanto que hasta bromea sacando la lengua a funcionarios a lado del presidente. Las y los asistentes miran fijo, fuerte; pero se notan emociones. Nos restan otras seis horas de regreso para tener señal de teléfono móvil; se informa a las redacciones de los hechos. Al día siguiente el presidente cancela un evento programado; una reportera local le cuestiona sobre el hecho del retén, él niega sobre la veracidad y sigue saludando a la gente.
